UNIDAD ACADÉMICA DE CIENCIAS Y TECNOLOGÍA
Jefa de Unidad: Lina María Bedoya Gómez
Logo de la Unidad:
Creado en el año 1999 bajo la inspiración de la maestra Dioselina Villa Villa. Su diseño y elaboración se fundamentaron en el objetivo mismo de la unidad y en las áreas que ésta comprende. A través de líneas y figuras, se plasman ideas que dan una visión clara de lo que es la Unidad y su razón de ser dentro de la Institución.
La influencia técnica en el hombre se ha convertido en un sistema dinámico aumentando de un modo sin precedentes dentro del sistema “humanidad”.
Se han adelantado tareas tan gigantescas como el desarrollo de la fisión nuclear, del viaje espacial, de la electrónica y de la química macromolecular, gracias a una profundización y diferenciación dentro del saber de la física.
La investigación científica en la tecnología como aplicación de la ciencia, permiten al hombre transformar el medio ambiente y descubrir los misterios del universo.
RESEÑA HISTÓRICA
A través de los tiempos, ciencia y tecnología han sufrido variaciones de acuerdo con los distintos enfoques que se han desarrollado acerca de la realidad, la razón y la verdad, así como de las diversas exigencias de los problemas de la humanidad que con la ciencia se han intentado pensar, explicar o resolver, según los sistemas de representación mental, propios de cada formación social, de cada época histórica y de la dinámica cultural de los pueblos.
La tecnología aparece desligada esencialmente de la ciencia y se concebía como un “saber hacer” (teckné), fruto de la “experiencia empírica”, y del saber no formal, gracias al cual el hombre resolvía “las urgencias de la vida”, condición fundamental para lograr el “ocio” exigido por la ciencia, concebido sólo como contemplación del mundo.
Desde los orígenes del mundo moderno la ciencia y la tecnología entraron en estrecha relación, pues el homo económicus se dió cuenta del significado del saber para poner a su servicio los fenómenos y recursos naturales. Saber para prever y prever para poder, afirmaba Bacón, refiriéndose al poder que da el saber y a la relación entre ciencia, tecnología y la misma productividad.
La tecnología es “un saber para saber hacer”, y, por tanto, no se puede mirar como un fin en sí misma, sino como un medio con el cual el hombre debe entenderse y no alinearse para utilizarla en su emancipación individual y colectiva. Es un saber incorporado, objetivado y capitalizado en los medios e instrumentos de producción, en las fuerzas productivas, en los procesos y métodos de trabajo, en las organizaciones sociales y en los productos que resultan de la producción, distribución y comercialización de bienes y servicios para la satisfacción de las necesidades fundamentales de la persona y la comunidad.
Dentro del contexto anterior, la producción tecnológica puede entenderse como un conjunto de procesos orientados teleológicamente a la transformación de la realidad física, económica, social, educativa y política para humanizarla, de tal manera que revierta en la transformación del hombre mismo, en su dimensión personal, comunitaria, social e histórica. En consecuencia, la tecnología es una mediación entre la ciencia y el mundo de la vida cotidiana, es un factor productivo y hace parte del capital cultural.
El binomio CIENCIA-TECNOLOGÍA constituye un poderoso factor de transformación de las fuerzas de la naturaleza y la cultura. Este fenómeno se manifiesta en los cambios ocurridos en las relaciones entre los seres humanos, en las variaciones en las relaciones de hombres y mujeres con la naturaleza, en las transformaciones en los ambientes y los cambios en el mundo del trabajo; cambios que en su conjunto constituyen la llamada revolución CIENTÍFICO-TECNOLÓGICA.
Para poder entrar a discernir sobre las Unidades Académicas en el Colegio Parroquial “Jesús de la Buena Esperanza” y más precisamente sobre la Unidad Académica de Ciencias y Tecnología, se hace necesario hacer un recuento breve sobre la DEPARTAMENTALIZACIÓN académica que se constituyó en el primer paso de reforma académica en la Institución.
Esta DEPARTAMENTALIZACIÓN surge en el año 1978 con el entonces Rector Presbítero Gustavo Calle Giraldo quien le imprimió un carácter netamente administrativo a estos entes y fue la base para comenzar a mejora la calidad de la educación en la Institución.
Cada rector, en su paso por la Institución iba aportando un granito de su experiencia administrativa para cualificar el proceso académico. Desde unos primeros intentos de fusiones hasta supresión de algunos de ellos en algunos años se observan en el transcurso de la historia de la DEPARTAMENTALIZACIÓN en el entonces Instituto Parroquial “Jesús de la Buena Esperanza”; hoy Colegio Parroquial Jesús de la Buena Esperanza.
Después de veinte años de funcionamiento de los Departamentos Académicos en la Institución, se hace un estudio en Dirección Académica para determinar en qué grado son funcionales y hasta dónde se integraban áreas en su interior. El resultado de esta evaluación permite entonces en 1998 la creación de cuatro unidades académicas (Ciencias y Tecnología, Humanística, Pastoral y Preescolar y Primaria), las cuales fusionaban áreas comunes. Debido a la complejidad de la Unidad de Ciencias y Tecnología, en 1999 se separa de ella el área de Educación Física, Recreación y Deportes dando origen así a la unidad que llevó su nombre por espacio de tres años (hasta el año 2001) ya que en el año 2002 vuelve a fusionarse a la Unidad de Ciencias y Tecnología.
En el año 2003, atendiendo a la necesidad de mejorar el rendimiento académico se trasladan las selecciones deportivas y los grupos artísticos a la coordinación de Bienestar Estudiantil; dándole a la Unidad la oportunidad de centrarse en actividades netamente académicas.
Formar mediante el acto educativo una persona íntegra, consciente de sus dimensiones y con proyección científica-tecnológica acorde con las necesidades propias y del medio.
Áreas Que Comprende La Unidad
Ciencias naturales y educación ambiental
Matemáticas
Tecnología e informática
Educación física, recreación y deportes